Anfibios y reptiles ibéricos: un tesoro biogeográfico lleno de endemismos.

Por. Octavio Jiménez Robles.

La fauna y flora de cada zona del planeta es especial y singular, de manera que según la composición de especies se distinguen grandes zonas conocidas como reinos
biogeográficos. Europa se encuentra en el reino Paleártico, junto con el norte de África y la zona no tropical de Asia. Norteamérica se correspondería con el Neártico, que al ser bastante similar al Paleártico en muchos casos se agrupan dentro de lo que se conoce como Holártico. Dentro de Europa, las zonas meridionales como la Península Ibérica son las más diversas. De hecho la región mediterránea es conocida como una de las zonas más importantes para la diversidad biológica a nivel mundial (Myers 2000). El hecho de que el sur de Europa esté conformado por las penínsulas Ibérica, Itálica y Balcánica, hace que cada una de ellas tenga sus propios elementos que hacen que su diversidad sea única (Cox et al. 2006). ¿Pero por qué es tan importante? ¿De verdad somos tan afortunados con tener esta diversidad en la Península Ibérica?. Podríamos poner miles de ejemplos con plantas y animales de la Península Ibérica. Veamos esta importancia biogeográfica con los anfibios y reptiles. En general a lo largo de su vida tienen menor movilidad que otros organismos como plantas, mamíferos y aves (que son capaces de moverse grandes distancias activa o pasivamente). Como consecuencia, los anfibios y reptiles suelen tener distribuciones relativamente pequeñas. Todavía se siguen resolviendo enigmas sobre la diversidad y distribución de ciertos grupos de anfibios y reptiles de la Península, como es el caso de las lagartijas del grupo de Podarcis hispanicus (Geniez et al. 2014), pero poco a poco se van esclareciendo las piezas del rompecabezas de la diversidad de anfibios y reptiles de la Península.

Las razones por las que cada especie vive en una u otra zona varían mucho en función de qué condiciones ambientales y qué otras especies se encuentren localmente tanto en la actualidad como en el pasado. La herpetofauna ibérica se compone en gran medida de especies que sólo viven en la Península, es decir, son endemismos ibéricos. Entre ellos hay endemismos que tienen una distribución relativamente amplia por la Península, como es el caso del sapo partero ibérico (Alytes cisternasii), el sapillo pintojo ibérico (Discoglossus galanoi), la lagartija verdosa (Podarcis virescens), la culebrilla ciega (Blanus cinereus) o del eslizón ibérico (Chalcides bedriagai). En muchos casos, los endemismos herpetológicos ibéricos están restringidos a zonas concretas, y a grandes rasgos se pueden agrupar en:
• endemismos béticos como la lagartija de Valverde (Algyroides marchi) o el sapo partero bético (Alytes dickhillenii).
• endemismos de la iberia mediterránea y más seca, como la lagartija de Edwards (Psammodromus edwardsianus), el sapillo moteado mediterráneo (Pelodytes hespericus) y el lagarto bético (Timon nevadensis).
• endemismos de la Iberia más continental como lalagartija cenicienta (Psammodromus hispanicus).
• endemismos de la Iberia con más influencia Atlántica tanto de zonas de clima mediterráneo en el suroccidente ibérico como es el caso del tritón ibérico (Lissotriton
boscai
), sapillo moteado atlántico (Pelodytes atlanticus; endémico del sur de Portugal), la culebrilla ciega de María (Blanus mariae), el tritón pigmeo (Triturus pygmaeus), la
lagartija de Carbonell (Podarcis carbonelli) y lagartija cenicienta occidental (Psammodromus occidentalis); como de zonas de clima eminentemente eurosiberiano en el noroccidente como en los casos de la salamandra rabilarga (Chioglossa lusitanica), la lagartija de Bocage (Podarcis bocagei) y la víbora cantábrica (Vipera seoanei). Algunos de ellos penetran más hacia el este y el sur a través de la Cordillera Cantábrica y el Sistema Central, como es el caso de la lagartija serrana (Iberolacerta monticola), el lagarto verdinegro (Lacerta schreiberi), la rana patilarga (Rana iberica), la lagartija noroccidental ibérica (Podarcis guadarramae), y en algunos casos, encontramos especies exclusivas de algunas sierras con influencia atlántica como las lagartijas del género Iberolacerta: leonesa (I. galani, en los Montes de León), batueca (I. martinezricai, en la Sierra de Francia), y carpetana (I. cyreni, en las Sierras de Guadarrama, Gredos y otras pequeñas sierras de Ávila).
• endemismos del noreste ibérico, el tritón del Montseny (Calotriton arnoldi).
• endemismos pirenaicos, sólo compartidos entre España Francia y/o Andorra, como son la rana pirenaica (Rana pyrenaica), el tritón pirenaico (Calotriton asper), las lagartijas pirenaica, aranesa y pallaresa (Iberolacerta bonnalli, I. aranica e I. aurelioi).

Algunos endemismos ibéricos (de izquierda a derecha y de arriba a abajo): sapo partero bético (Alytes dickhilleni), sapillo pintojo ibérico (Discoglossus galganoi), rana patilarga (Rana iberica), salamandra rabilarga (Chioglossa lusitanica), culebrilla ciega (Blanus cinereus), lagartija carpetana (Iberolacerta cyreni), lagartija de Valverde (Algyroides marchi), eslizón ibérico (Chalcides bedriagai), víbora cantábrica
(Vipera seoanei). Fotografías Octavio Jiménez Robles.

Algunos de estos herpetos endémicos de la Península, tienen “especies hermanas” en lugares cercanos como el sapo partero bético (A. dickhilleni) tiene en el Rif al sapo partero moruno (A. maurus) o en Mallorca al ferreret (A.muletensis), debido a que antes de la formación de la Península Ibérica, sus antecesores se encontraban en una isla elevada conocida como el Arco Bético-Rifeño. Otros son los únicos representantes de su linaje evolutivo en Europa occidental, como es el caso de la lagartija de Valverde (A. marchi), cuyas especies más relacionadas (género Algyroides) se encuentran en los Balcanes, posiblemente por la extinción de otras Algyroides en otras zonas del sur de Europa. Otras endemismos ibéricos son los únicos supervivientes de un linaje evolutivo a nivel mundial como es el caso de la salamandra rabilarga (C. lusitanica), único representante del género Chioglossa.

Además tenemos endemismos de Europa suroccidental que mayormente están en la península ibérica y zonas aledañas del sur de Europa, como la ranita de San Antonio (Hyla molleri), la rana común (Pelophylax perezi), el sapo de espuelas (Pelobates cultripes), el tritón jaspeado (Triturus marmoratus), el lagarto ocelado (Timon lepidus), la lagartija parda (Podarcis liolepis), el eslizón tridáctilo (Chalcides striatus) y la culebra de escalera (Zamenis scalaris), La tortuga mediterránea (Testudo hermanni), con poblaciones solamente en el noreste ibérico, se extiende por el sur de Europa hasta Turquía.

Además tenemos bastantes endemismos iberoafricanos compartidos con el norte de África, que se encuentran generalmente en las zonas más cálidas de la Península, como es el caso de la lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus), la lagartija andaluza (Podarcis vaucheri), el gallipato (Pleurodeles waltl), la culebra de herradura (Hemorhois hippocrepis), la culebra de cogulla (Macroprotodon brevis), la culebra de collar mediterránea (Natrix astreptophora) que en algunos casos llegan hasta otras zonas del sur de Europa (endemismos del mediterráneo occidental) como el sapo común (Bufo spinosus), la ranita meridional (Hyla meridionalis), el galápago leproso (Mauremys leprosa), la lagartija colilarga (Psammodromus algirus), la salamanquesa común (Tarentola mauritanica), la culebra lisa meridional (Coronella girondica), la culebra viperina (Natrix maura), la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), y la víbora hocicuda (Vipera latastei). También con poblaciones abundantes en el norte de África y una amplia distribución por Eurasia, tenemos al galápago europeo (Emys orbicularis) La tortuga mora (Testudo graeca), mayormente distribuida por el norte de África desde el Magreb hasta Irán, pasando por Turquía hasta Grecia, tiene poblaciones en el sureste ibérico y Doñana, que se han reconocido como autóctonas tras alguna controversia sobre su posible condición de introducción antigua. Igualmente la salamanquesa rosada tiene poblaciones principalmente cerca del litoral mediterráneo, incluyendo la Península Ibérica así como la parte meridional de su costa atlántica.

Algunas especies endémicas del mediterráneo occidental (compartidas con el sur de Europa y/o norte de África): sapo común (Bufo spinosus), ranita de san Antón (Hyla molleri), lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus), lagarto ocelado (Timon lepidus), culebra de escalera (Zamenis scalaris), culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis). Fotografías Octavio Jiménez Robles.

Por otro lado por su posición al sur del continente Europeo, durante las últimas glaciaciones la Península ibérica ha sido un refugio para especies de distribución más norteña, que al retirarse los glaciares y subir las temperaturas tuvieron que refugiarse en zonas altas quedando aisladas del resto de poblaciones de su especie en el resto de Europa. Tal es el caso de la culebra lisa europea (Coronella austriaca), que llega a encontrarse aislada en las zonas más altas de las béticas y otras grandes sistemas montañosos de la península, o la lagartija roquera (Podarcis muralis) que llega a la Sierras de Guadarrama y Ayllón en el Sistema Central y Peñagolosa en el Sistema Ibérico. Otras especies típicamente europeas tienen poblaciones también en el norte de la península principalmente en la zona Eurosiberiana, como son el caso de la rana bermeja (Rana temporaria), rana ágil (Rana dalmatina), tritón palmeado (Lissotriton helveticus), tritón alpino (Ichthyosaura alpestris), el lagarto verde occidental (Lacerta bilineata), el lagarto ágil (Lacerta agilis), la lagartija de turbera (Zootoca vivipara), el lución (Anguis fragilis), la víbora aspid (Vipera aspis), la culebra verdiamarilla (Hierophis viridiflavus), la culebra de Esculapio (Zamenis longissimus), y, a falta de confirmar, podría ser el caso también de la culebra de collar europea (Natrix natrix) en algún punto del Pirineo. También tenemos el caso de la salamandra común (Salamandra salamandra), en el que tratándose de una especie de amplia distribución por Europa, en la Península ibérica tiene varias subespecies endémicas tanto en la zona eurosiberiana, como en las zonas con más influencia Atlántica de la zona mediterránea (Algarve, oeste de las Béticas, Sierra Morena y Sistema Central). Otra especie de amplia distribución europea sería el sapo corredor (Epidalea calamita), presente en casi toda la Península, excepto algunas zonas de la Cordillera Cantábrica.

Algunas especies de amplia distribución europea con poblaciones aisladas en la Península: Lución (Anguis fragilis), Lagarto ágil (Lacerta agilis), Culebra lisa europea (Coronella austriaca).

Por si fuera poco, además tenemos especies que fueron introducidas antiguamente como el camaleón (Chamaeleo chamaeleon). Más recientemente, con el incremento del transporte a nivel mundial y el tráfico de especies, se han introducido otras especies procedentes de lugares más lejanos, en algunos casos estableciendo múltiples poblaciones en expansión como es el galápago de Florida (Trachemys scripta). En algunos casos también se han dado introducciones de especies de origen mediterráneo o incluso ibérico en zonas fueras de su rango nativo de distribución (Santos et al. 2015).

Con todas las modificaciones que el ser humano está haciendo en el medio ambiente, muchas poblaciones de nuestra herpetofauna se han perdido, llevando a algunas especies a estar amenazadas de extinción. La principal causa de pérdida de diversidad biológica a nivel mundial es la destrucción de hábitat, y los anfibios y reptiles ibéricos no son una excepción. Especialmente los herpetos endémicos con distribución pequeña, suelen estar ligados a hábitats concretos y relictos con una extensión limitada. Por ejemplo, la lagartija de Valverde vive principalmente en el fondo de las gargantas de las sierras penibéticas o la salamandra rabilarga vive cerca de ríos en zonas de fuerte influencia atlántica en el noroeste ibérico. Igualmente pasa con las poblaciones cercanas al borde de distribución, como es el caso del lagarto verdinegro, cuyas poblaciones más sureñas están eminentemente ligadas a hábitats riparios. Si estos hábitats tan concretos no se preservan, perderíamos poblaciones de estos endemismos. Con la sobrexplotación de acuíferos en la agricultura intensiva, los niveles freáticos de muchos lugares suelen estar por debajo de lo que antiguamente estaban, comprometiendo la continuidad de las comunidades de anfibios que se reproducían en muchas charcas de la Península. Además, especies introducidas como el cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii), el galápago de Florida (Trachemys scripta), y muchos peces alóctonos como la carpa (Cyprinus carpio) suponen una amenaza directa como depredadores y competidores de nuestra fauna autóctona, alterando el equilibrio y estructura de los ecosistemas. Entre los organismos que han llegado recientemente destaca el quitridio (Batrachochytrium dendrobatidis), un hongo que está literalmente arrasando con muchas especies de anfibios a nivel mundial. En la Península ibérica se detectó originalmente en la Sierra de Guadarrama y en la actualidad ya hay registros de su expansión por gran parte de la Península, afectando a especies como los sapos parteros (Bosch et al 2001; Bosch et al 2013). Además, el uso frecuente de productos químicos en agricultura, ganadería y manejo forestal, junto con otras fuentes de contaminación química, ha hecho que se intoxiquen muchos animales de nuestros campos a diferentes niveles de la cadena alimentaria, a la vez que se han contaminado muchos cuerpos de agua, perjudicando seriamente la continuidad de las poblaciones de anfibios y reptiles. Por otro lado está el cambio climático, que puede tener efectos más graves en el caso de organismos cuya temperatura corporal depende de las condiciones climáticas, como es el caso de los anfibios y reptiles. Ante la falta de datos de distribución del pasado, sus efectos son difíciles de evaluar, aunque en otras zonas del mundo se ha observado que esto está causando declives poblacionales que pueden llevar a la extinción de poblaciones y especies (Sinervo et al. 2010).

La singularidad de la herpetofauna ibérica nos hace más responsables de asegurar su persistencia. Varias especies están protegidas en el papel, pero a nivel práctico no es tan fácil ejecutar medidas efectivas de conservación. El quitridio que está diezmando a las poblaciones naturales de los sapos parteros y otros anfibios, todavía no tiene cura efectiva en las poblaciones salvajes. El cangrejo rojo y el galápago de Florida no hacen más que expandirse e invadir más zonas, al igual que muchos peces son deliberadamente introducidos en charcas y albercas. El interés en construir infraestructuras y urbanizaciones, o el cambio hacia agricultura intensiva en muchos casos prevalece ante la posibilidad de mantener los hábitats naturales lo más intactos posible. En el caso de los anfibios, la pérdida de hábitats de reproducción puede verse compensada por el mantenimiento y creación de nuevos sitios de cría, como charcas, pilones, albercas, acequias tradicionales… en otros casos, se requieren cambios más fuertes a la hora de legislar el uso del suelo. En definitiva, tenemos una gran responsabilidad para afrontar estos problemas si no queremos perder el tesoro de nuestra biodiversidad.

Referencias.

Bosch J, Martínez-Solano I, García-París M (2001) Evidence of a chytrid fungus infection involved in the decline of the common midwife toad (Alytes obstetricans) in protected areas in central Spain. Biological Conservation 97:331–337.

Bosch J, García-Alonso, D, Fernández-Beaskoetxea, S, Fisher MC, Garner TWJ (2013) Evidence for the introduction of lethal chytridiomycosis affecting wild betic midwife toads (Alytes dickhilleni). EcoHealth, 10(1), 82-89.

Cox N, Chanson J, Stuart S (2006) The status and distribution of reptiles and
amphibians of the Mediterranean Basin. IUCN, Gland, Suiza y Cambridge, Reino Unido

Geniez P, Sa-Sousa P, Guillaume CP, Cluchier A, Crochet P-A (2014) Systematics of the Podarcis hispanicus complex (Sauria, Lacertidae) III: valid nomina of the western and central Iberian forms. Zootaxa, 3794, 1–51.

Myers N, Mittermeier R, Mittermeier CG, da Fonseca G, Kent J. (2000) Biodiversity hotspots for conservation priorities. Nature, 403, 853–858.

Santos X, Ayllón E, Arribas O, Bertolero A, Bosch J, Cabido C, Carranza S, y otros (2015) Síntesis de las introducciones de anfibios y reptiles en España. Boletín de la Asociación Herpetológica Española, 26(2), 98–108.

Octavio Jiménez Robles.

Doctor en Biologia por la Universidad de Granada. Trabaja actualmente en la Escuela de Investigación de Biología (Research School of Biology) de la Universidad Nacional de Australia. Octavio investiga sobre biogeografía, ecofisiología y biología evolutiva. Durante su doctorado, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) estudió ecofisiología térmica y distribución de lagartijas andinas e ibéricas, y actualmente está investigando sobre biogeografía histórica de gecos australianos.